Siento la herida del abandono, el rechazo, el desprecio y la traición, como
supura dentro de mi, purulenta, sangrante y profunda sumergiéndome en un
mar oscuro, sombrío y desolado, donde el tiempo, el espacio y las personas
desaparecen en un inmenso vacío donde sólo hay dolor y oscuridad.
Me dejo llevar por el vaivén de la marea sin saber hacia dónde me dirijo,
con incertidumbre, sin caminos, ni rumbo, sin saber dónde estoy ni a donde
voy, dejando que el vacío me engulla y me permita ver, en el fondo de la ciénaga
de este mar profundo donde solo hay calma, silencio y oscuridad.
En la inmensidad del abismo solo existe la nada, mi personaje humano
desaparece en la quietud del fondo inerte y el dolor que me acompaña
contiene mi poder, mi curación y una nueva vida gestándose en
cualquier lugar.